viernes, 26 de mayo de 2023

William Blake.

El pincel roto.


El joven británico que perdió su sueño por ganarse la vida y es que cuantas veces hemos sacrificado nuestros sueños por cosas mas importantes, como el salir un sábado por la tarde con los amigos por tener que estudiar para un examen o sin irnos más lejos, cuando de pequeños soñamos con ser súper héroes o astronautas y sabemos que eso solo ocurre en las películas y que estamos condenados a un trabajo “normal y corriente”  y ya no es elegir lo que mas nos guste sino lo que menos desagradable nos parezca, pues así le ocurrió al poeta y es que desde pequeño estudio para ser pintor e imaginaba toda su vida trabajando de ello aunque cuando ya la vida dejo de ser de colores y tuvo que sacar adelante su futuro sabia perfectamente que necesitaba tener otro trabajo de respaldo para poder ganarse la vida, asique optó por el periodismo al cual se dedico varios años de su vida hasta que un día le llamaron para el periódico de “Glasglow” donde demostró su talento al escribir asique acabo abandonando la carrera de periodismo y dedicar exclusivamente su tiempo a escribir novelas y poemas aunque cabe decir que mientras estudiaba dibujo artístico exploraba la carrera de grandes poetas para así tomar inspiración para sus obras.



Además fue un pensador filósofo que hacia conspiraciones y quería imponer su imaginación por encima de la razón y es algo que vemos en sus poemas, donde se hace notar su intensidad y como profundiza sus obras. Se hace preguntas como el porque de su existencia y como pueden haber cosas tan bonitas y a la vez tan horribles.


“La verdad nunca puede ser dicha de una forma que pueda ser comprendida sin ser creída.” 



A la estrella nocturna


¡Tú, ángel rubio de la noche,

ahora, mientras el sol descansa en las montañas, enciende tu brillante tea de amor! Ponte la radiante corona y sonríe a nuestro lecho nocturno!

Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los azules cortinajes del cielo, siembra tu rocío plateado sobre todas las flores que cierran sus dulces ojos al oportuno sueño. Que tu viento occidental duerma en el lago. Di el silencio con el fulgor de tus ojos y lava el polvo con plata. Presto, prestísimo, te retiras; y entonces ladra, rabioso, por doquier el lobo y el león echa fuego por los ojos en la oscura selva.

La lana de nuestras majadas se cubre con tu sacro rocío; protégelas con tu favor.

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